El Torero Totanero Jorge Martinez se hace con 4 orejas en Antequera en la final del circuito de novilladas de Andalucia
Sin duda una espectacular tarde de Toros donde el faenón estaba firmado y las orejas entre sus manos.
La plaza de toros de Antequera acogió este domingo, 4 de julio, la final del Circuito de novilladas con picadores de Andalucía que organiza la Fundación del Toro de Lidia con la colaboración de la Junta. En una tarde calurosísima, los novilleros Santana Claros, Jorge Martínez y Manuel Perera rivalizaron para actuar el próximo domingo en Atarfe (Granada), en la gran final del Circuito, para así dar otro paso más en su pretensión de llevarse a su casa el trofeo que les acredite como triunfador de este certamen que está resucitando al escalafón de jóvenes promesas del toreo.
Abrió el festejo el novillero malagueño Santana Claros que se las vio ante un animal de Domínguez Camacho escaso de fuerza y mucha clase. El burel se llevó por delante en banderillas al subalterno Sergio Aguilar, cogiéndole de fea manera por la taleguilla. Afortunadamente todo quedó en un susto y las consecuencias solo fueron para el sastre. Claros, que dibujó con el capote alguna buena verónica, brindó la faena al matador Jiménez Fortes. El trasteo no tomó altos vuelos, aunque el malagueño siempre quiso hacer el toreo de verdad. Dejó algún pasaje bueno por ambos pitones y mató con eficacia. El amable público le pidió una oreja que el presidente concedió muy generosamente.
Jorge Martínez cuajó con el capote al segundo de Virgen María. Dejó un ramillete de verónicas rematado con una media de gran expresión y enorme personalidad. Pegó fuerte desde el principio Martínez ante un novillo serio y de calidad que cumplió en varas. La labor con la muleta fue magnifica. Brindó la obra a una amiga del tendido y después labró el toreo. Primero con la mano derecha, dejando series ligadas y con emoción rematadas con buenos pases de pecho. El novillo se sintió podido y cerró la persiana pronto, pero Martínez tiró de valor, firmeza y una cabeza impropia de un chaval de tan corto bagaje. Arreó el murciano que pisó los terrenos donde los pies queman para literalmente exprimir todo el fondo del novillo. Cerró por ayudados por alto de sello propio para después dejar una sensacional estocada arriba. El faenón estaba firmado y las dos orejas en sus manos.
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